sábado, 28 de mayo de 2011

VARGAS LLOSA Y EL DERECHO A OPINAR


Entre un escritor que intenta esconder que la última y verdadera causa de su alejamiento del país es la llegada del premio Nóbel -cuya bien ganada fama y reconocimiento lo colocan a la sombra-, y el ilustre arequipeño, auténtica gloria viva de la Patria peruana, pues está claro que la opinión pública no puede dudar mucho.
Mientras Baily señalaba abiertamente que él indultaría al papá de Keiko, Varga Llosa sin dudas ni ambages señala que se trata de “la hija de un dictador y ladrón”.
 
A propósito de las expresiones de MVLL, Aldo Mariátegui intenta hacernos ver que le haríamos un “daño” a Vargas Llosa si es que empezamos a santificarlo. Obviamente, el sentido y dirección no confesados de tan aquilatada y delicada inquietud es: si Vargas Llosa quiere pontificar sobre valores en política, no debemos prestarle tanta atención. Claro está que pretende poner el parche señalando que no se refiere a las críticas que hizo MVLL a la candidatura de Keiko.

Sin embargo, nosotros estamos en el deber de señalar que Aldo Mariátegui peca de exquisito: entre la expresión de un legítimo asco frente a la podredumbre moral que todavía intenta pervivir en la política y entre las declaraciones falaces del talentoso escritor Jaime Bayli, Aldo Mariátegui indudablemente está más presto a fijarse en la paja en el ojo ajeno y no en la viga de su amigo actualmente residente en Miami.
En realidad, la verdadera razón es otra: Bayli en su programa cultivó el espíritu de chacota y hábilmente desenterró la vena histriónica y cínica que tiene la política peruana para usarla como un insumo más en su programa, y en pleno festival televisivo no dudaba en pasar por agua tibia aquellos personajes, ideas y propuestas que notoriamente son contrarios al Estado Democrático de Derecho y a los valores que dicha forma política presupone y encarna. En cambio, cuando el escritor que es Vargas Llosa expresa como cualquier persona su opción frente a un pasaje de la historia, a Aldo Mariátegui le inquieta que la prensa y sociedad en general le hagan caso o tomen muy en serio sus palabras. Mientras que en una editorial el buen director de tabloide que es Aldo Mariátegui expresaba “Me rindo frente al monstruo que es Bayli”, al constatar la influencia que éste ejercía en la política, en cambio, cuando advierte las primeras señales que indican que nuestra prensa y Sociedad van camino a encontrar o redescubrir un referente tan necesario para la construcción de una identidad social, cultural y política, pues manifiesta delicadamente su sensibilidad respecto a que Vargas Llosa: “tampoco es Moisés dirigiéndose a los israelitas”, expresa.
Listo.

Entre un payaso talentoso y un premio Nóbel, Aldo Mariátegui piensa respecto a Bayli que “a los amigos hay que tomarlos como vienen”, aceptando los dardos que recibía de aquél, y en cambio reserva para alguien que artística, intelectual y moralmente es infinitamente superior al exiliado en Miami, encubiertas objeciones que reflejan el temor respecto a que la talla mundial y el prestigio que ha adquirido Vargas Llosa puedan jugar en el escenario electoral un rol decisorio, tal cual lo hizo Bayli en el proceso electoral, pero en este caso de un modo ostensiblemente mucho más honesto, leal y transparente.

Obviamente, los fujimoristas dirán que el Nóbel aun “sangra por la herida”. Sin embargo, el pueblo peruano no debe olvidar que precisamente, Vargas Llosa demostró que sí fue capaz de perder la elección por decir la verdad. Fujimori logró la victoria por una mentira e hizo de ella la piedra angular de su gobierno y la elevó a paradigma de la política, poniendo al servicio de ella el poder del Estado. No olvidemos que fueron los fujimoristas quienes pretendieron quitarle la nacionalidad al único Nóbel que tiene el Perú –y que tal como están las cosas, muy probablemente puede ser el único, por el calamitoso estado de la ¿Educación? peruana.
Lo curioso del caso es que a la clase política peruana no le queda otro camino que inclinarse hipócritamente hacia alguien del cual están a años-luz de distancia. Obviamente, nuestros políticos son hábiles en ensalzar y lisonjear a quien más tarde o mañana le reservan el puñal por la espalda.

Pero, un escritor por más reconocimientos que tenga, a fin de cuentas no es sino un ciudadano, y no es culpa de Vargas Llosa si los politicastros y la prensa comienzan a construir una efigie para vivir mejor a su sombra. Lo importante es que sí hay un impacto positivo y que dicha coyuntura debe ser usada por el escritor para reclamar al Estado aquello que ha postergado: una auténtica política cultural ¿Es que acaso un premio sólo sirve para ser ostentado?

Resulta contradictorio que Aldo Mariátegui recuerde las imperecederas palabras del autor de “archipiélago Gulag” y de una forma soterrada y velada intente de antemano anticipar una queja por una mala actitud de la prensa en endiosar a alguien a quien le pueden empalagar las mieles de los elogios desmedidos.

El verdadero asunto no es lo que la prensa diga de Vargas Llosa. El verdadero tema es si un escritor puede usar su propio prestigio para hacerse de una tribuna y ser oído respecto a lo que él considera que es una idea de Patria. En tanto ciudadano con capacidad de elegir y ser elegido, Vargas Llosa tiene el perfecto derecho de expresar sus opiniones sin cuidarse de si las mismas gustarán o no al electorado. No olvidemos que siempre los hombres de talento tendrán detractores, y por supuesto seguidores y si de cualquier modo van a criticarlo, pues entonces que exprese su opinión como mejor le plazca.

¿Es que acaso pensaron en la ciudadanía quienes dijeron que las víctimas de La Cantuta se autosecuestraron? ¿Pensaron en la entereza moral aquellos que dijeron que “ofrecían a Fujimori al mundo”, para justificar su postulación al senado japonés como una forma de evadir a la acción de la justicia? ¿Quiénes decían “A Toledo hay que dinamitarlo desde dentro”? ¿Quiénes argumentan que las grabaciones de sus actos ilícitos son actos que violan la privacidad, como si la protección que el Derecho acuerda a dicho ámbito puede ser instrumentalizada para cometer ilícitos y lesionar derechos? ¿Aquellos que se llenaron la boca diciendo que nuestros soldados se merecían lo mejor al mismo tiempo que se negaron a mejorar el trato a quienes son vistos como carne de cañón y maltratados por malos superiores y que hoy pretenden reclamar un voto de confianza ciudadana?

¿Porqué entonces tendríamos que deslizar ladinamente la idea de no prestar atención a lo que tenga que decir un escritor, ahijado transitorio de la Gloria? En derecho existe un aforismo: “Ad maioris ad minus” (“Quien puede lo más, puede lo menos”) Según lo que indica dicho aforismo, cualquier ciudadano si tiene reconocida la capacidad de elegir y ser elegido, al poder lo más con mucha mayor propiedad tiene reconocido lo menos, esto es, su derecho a emitir opinión sobre cualquier asunto que se le ocurra, sin tener que pedir permiso ni dar explicaciones a nadie. Así, Vargas Llosa únicamente tiene que pedir permiso a su conciencia, y punto.

Si nuestra prensa y Sociedad son tan adictas a los oropeles y en ensalzar a falsos talentos y elegir a politicastros ¿Porqué pretender limitar la expresión de un auténtico sentimiento a alguien que ha brindado al Perú un orgullo auténtico?
Por tanto, el problema no es si un escritor es o no infalible, pues nadie lo es.
El verdadero problema es si la Sociedad peruana es capaz de asumir con plena conciencia un debate moral respecto al tipo de Sociedad y de Estado que queremos. En dicha necesidad, son bienvenidas las opiniones de todos –incluidos los hijos bastardos de la década infame-.
 
Lo que no podemos hacer es de forma abierta o ladina, intentar limitar el impacto que justamente se ha ganado un peruano. Hagamos debate, discutamos, elijamos. Pero no aceptemos que se pretenda señalar como un defecto o prurito el querer hacer de un personaje, un emblema. En un país donde se ha puesto de moda hacer miniseries de personajes putañeros, delictivos y arrabaleros, ¿Porqué la sociedad peruana no tendría el derecho de tratar de incorporar como un elemento de socialibilidad y referente a la vida, dichos y obra de un gran peruano?




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