jueves, 26 de mayo de 2011

Razones por las cuales ¿debemos? votar por Humala

 
 
 
 
Frente a versiones alevosas y desconsideradas hacia la persona del comandante Ollanta Humala, considero que es mi deber en honor a la verdad, exponer el porqué considero que el comandante Humala tiene indudables méritos para ser Presidente. Acto seguido, paso a exponer mis modestas consideraciones:
 
1.- Humala hace gala de buenos aprestos para la lecto-escritura. Es tanto su amor a la lectura que no le interesa si lo que dice viene o no a cuento con la intervención, la ocasión o la pregunta formulada. Lo importante es leer, leer ante todos, ante todo y para todos. Eso del análisis, la respuesta pronta y mesurada frente a la objeción, la atención para dilucidar si es que realmente hará lo que se señala explícitamente en su programa de gobierno, es algo que puede esperar. Además, si dicha actitud es honesta y respetuosa con los peruanos esperan de quien se dice líder en el contexto de un debate entendido como intercambio y contraste de ideas, eso es otro cantar.
 
2. Ama la integración latinoamericana y la prueba de ello se encuentra en su predilección -que algunos malévolos y suspicaces califican de sumisión- por un milico que gusta por el joropo venezolano y asimismo, actualmente es aficionado a los consejos, libretos, guiones y asesorías provenientes del país de la samba.
 
3. Tiene talento para las finanzas, con el único defecto de no compartir con la población peruana a la cual dice amar, el secreto para que el salario de un ex militar alcance para darse tan buen tren de vida.
 
4. Es un hombre que ama la discreción, tanto que cuando la prensa indaga por las asesorías que su esposa presta a empresas por temas en las cuales ella no es especialista y más aun, cuando se dice que ella cobra por artículos que hasta ahora no se publican (tan especial es el contenido, que seguro deben guardar algún principio físico novedoso que puede cambiar el equilibrio estratégico o quizás justificar un premio Nobel), él defiende a capa y espada su derecho a que nadie tiene porqué preguntar. El que justamente existe el detalle que precisamente él y su esposa pueden terminar siendo inquilinos de Palacio de gobierno, es un detalle secundario. Frente al interés público de la sociedad por indagar y saber la verdad, antepone su sacrosanto sentido de discreción familiar.
 
5. Es un hombre que ama y practica la fraternidad, sobre todo entre hermanos. Si no, pregúntenle a su hermano preso en el penal de Piedras gordas, quien señaló a Ollanta como el propulsor del Andahuaylazo y que posteriormente lo abandonó en la estacada. Qué hombre tan fraternal es Ollanta que su propio hermano -quien lo conoce como nadie por vestir juntos el uniforme-, lo enrostra de tal modo. Mientras su hermano enfrentaba un proceso, él era un agregado militar de un gobierno del cual supuestamente era crítico. Si así ama a su hermano, imagínense de qué manera va a amar a quienes votan por él.
 
6. Es un hombre de familia, tanto que para las elecciones parientes suyos que tienen deudas verificables en INFOCORP, se las arreglan para "donar" sumas importantes. Otros parientes con ingresos mínimos y modestos puestos laborales, también han aportado sumas que parecen ser ahorros de toda su vida para atender el llamado de la sangre. Ahora bien, si detrás de ello hay un lavado de dinero extranjero o ilícito, eso es otro cantar ¿no?
 
7. Es un convencido demócrata, y es tan especial su sentido de la democracia que piensa que el Perú requiere de una Constitución hecha a la medida de su proyecto, y que involucra desacreditar a quien no piense como él y que además los medios de prensa (que a veces no cumplen su rol), pueden y deben ser supervisados para que sean “el puente entre el gobierno y su pueblo”. Ahora bien, el porqué deban ser supervisados los medios "para que cumplan su rol social" o el porqué justamente sea el gobierno quien “supervise” a quienes son sus naturales censores, es una cuestión que para él no interesa.
 
8. También y ante todo, es un hombre realista. Tanto, que cuando se da cuenta que el polo rojo y su discurso que parece sacado de un libreto antediluviano de los años 70 no calaron en el electorado -que ya sabe que históricamente ello corresponde a etapas ya clausuradas-, entonces procede a usar polo blanco, visitar a Monseñor Cipriani y decir que no hará aquello que precisamente sí dice que hará en su programa político. Claro está que se trata del realismo de la mentira, pero ese pequeño detalle a quién le importa.

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