jueves, 26 de mayo de 2011

La editorial de Aldo Mariátegui respecto a Vargas Llosa: la verdad de una mentira



Víctor Manuel Castillo Sánchez

El día martes 26 de Abril del presente año, el director del diario “Correo” Aldo Mariátegui emitió en la página editorial “Que se lo sople él también”, un conjunto de apreciaciones sobre la posición de Mario Vargas Llosa respecto al proceso electoral en curso. Dada la seriedad y trascendencia del medio periodístico y del pragmático y atento editor, considero que en tanto lector de dicho medio –entre otros-, también puedo emitir un enjuiciamiento de las argumentaciones esgrimidas. Ahí van las mías:

I.
En el primer párrafo el director alaba a un conciudadano que demanda coherencia a Vargas Llosa. Según las razones del conciudadano y que el director hace suyas, Vargas Llosa tendría que renunciar a su nacionalidad española, vender todo su patrimonio en el extranjero y quedarse a residir en el Perú durante los 5 años que dure el gobierno de Humala, pues con ello “se la arriesgaría” al igual que todos los que residen en nuestro suelo. Se cuestiona que es fácil hablar “mientras se es un millonario español que no va a sufrir para nada las consecuencias de sus opiniones”.
Debemos objetar dicha argumentación por lo siguiente:
-           El ejercicio de la libertad de expresión le pertenece a cada persona, independientemente de toda coordenada o posición social que ostente. Desde el hombre del hogar más humilde hasta la oveja descarriada de algún gobernante, el derecho a adoptar una posición respecto a un proceso electoral, en modo alguno depende del status social, riqueza, piel, pellejo, apariencia, fama monda y lironda de cada cual, pues la libertad de expresión nos remite  a la esfera de la conciencia personal, esto es, el último e irreductible espacio de libertad personal.

- Quien demuestra una clamorosa falta de coherencia y equidad es el director del diario Correo, pues durante la campaña electoral de la primera vuelta se dedicó a minimizar la doble nacionalidad de PPK y a hacerse la vista gorda ante el hecho que PPK es un sujeto de ingentes recursos, con propiedades y empresas en los Estados Unidos y con un largo historial de vinculaciones y negociados con lobbies transnacionales. Lo que llama la atención es que Aldo Mariátegui le exige a Vargas Llosa lo que no le pidió a PPK, con el agravante que fue precisamente PPK y no Vargas Llosa quien postuló a la presidencia, en un acto de muchas mayores consecuencias que el mero hecho de ejercer su libertad de opinión como lo hace nuestro ilustre escritor.
Es decir, por emitir una opinión de apoyo le exigen al ilustre peruano renunciar a una nacionalidad mientras que para el caso de la candidatura a la presidencia de PPK, no había reclamo ni estridencia alguna. Para quien no sólo tiene doble nacionalidad, sino que también puede ser calificado como un millonario  y cuya dicción refleja muy bien el largo periodo que debió residir en los EEUU para impregnarse de un acento extranjero, para el buen sujeto que es PPK no había peroratas, reclamos ni condicionamientos. A PPK el director del diario Correo y sus adláteres no le pidieron lo mismo con el clamor con que vociferan ahora. En suma, se trata señores, del doble rasero, esto es, la hipocresía en campaña.
Pero, si aplicáramos el criterio en que intenta aleccionar el director del diario “Correo” a sus lectores, nos toparíamos con las siguientes proyecciones:

a.-       Dado que según el director, el derecho a opinar depende de que quien emita la opinión “se la juegue” residiendo en el país, entonces siguiendo dicha lógica ¿Porqué tienen que decidir sobre el Perú mediante un voto, quienes se han ido a vivir a países de vida más cómoda y apacible?
Según dicho ¿raciocinio? el ejercicio de un derecho político que se debe por el solo hecho del ser peruano, también debe ser modificado. O sea, el director del diario “Correo” es el déspota que desde su cubil plantea una reforma de la actual Constitución Política. En principio, para que la realidad corresponda a sus deseos la actual Constitución debiera señalar:

“todo peruano que desee ejercer su derecho a opinión no solamente no debe ser millonario, sino que debe vivir en el Perú y además, no debe tener doble nacionalidad”

¡Pobre PPK, de aplicarse dichos criterios, hubiera sido del todo imposible que postulara a la presidencia! Ya imaginamos cómo hubieran saltado hasta el techo el dilecto director del diario Correo y sus corifeos, prestos a dar ejemplo de consecuencia en todo tiempo, lugar y circunstancia. Obviamente, salta a la vista la consecuencia, justicia y equidad en sus apreciaciones ¿O no?

b.-       Siguiendo con las entretenidas proyecciones del sesgado criterio que pretende dictaminar Aldo Mariátegui, hallamos que justamente ningún connacional –entre los cuales, justamente se halla el susodicho director, que un buen tiempo estuvo en España, lugar que le dio a la mujer que ahora es su esposa- podría opinar respecto al Perú por el periodo de tiempo en que haya estado ausente del país. ¡Pobres Víctor Hugo, Haya de la Torre y otros tantos ilustres exiliados! En tanto ellos escogieron “irse” de sus precarizadas y ensombrecidas sociedades, con ello “renunciaron” a todo derecho a emitir opiniones y a ejercer su libertad de opinión sobre el oprobio que se había cernido sobre su patria.

c.-        Existe el aforismo “Donde hay igual razón existe el mismo derecho”, por lo cual si a un peruano que ha tenido la desgracia de ser un escritor universal, ganador de un premio Nóbel y que además ha sido acogido en una nacionalidad otorgada para impedir la atrocidad de convertirlo en un apátrida, esto es, un paria sin lugar donde reposar ni jurisdicción a la cual reclamar y frente a la cual hacer valer sus derechos –evento que soslayan perversamente el director y el infeliz conciudadano-, se le aplicara el rasero que se pretende, entonces ¡La única forma que tendrían los peruanos del exterior de participar en las elecciones sería precisamente, vender sus propiedades y residir en un país, que justamente los ha expulsado por la pobreza que pretendía imponerse en sus vidas!

Por tanto, propongo que se efectúe una reforma legislativa o constitucional, que establezca una nueva norma constitucional:

“Cualquier peruano que gane un premio Nóbel o algún otro galardón que honre al suelo que lo vio nacer, está impedido de emitir opiniones políticas, si es que previamente no ha acreditado no tener cuentas en el extranjero y que sus únicas propiedades se encuentran en el territorio nacional”

II.
Haciendo gala de una sorprendente capacidad de indignación, en el tercer párrafo el director del diario “Correo” amenaza al escritor: si no hace lo que él suscribe, esto es, renunciar a su nacionalidad española, vender todas sus propiedades y retirarse a vivir al Perú, entonces el da a entender que puede ceder a la tentación de “suscribir plenamente” el insulto que le propinó Hernando de Soto a Vargas Llosa en un programa político, ante un alelado presentador de televisión.
Pero, ya que al director del diario “Correo” le gusta ponerse en plan, no entendemos entonces porque él sí puede amenazar a quien ni le presta atención ni lo menciona y sin embargo, le escuecen las habas cuando cierto sector de la prensa lo moteja como “Aldo M
Podríamos parafrasear al director del diario “Correo” y señalarle que si no aprende a respetar la dignidad, la consecuencia, el decoro y la honestidad que es inherente al ejercicio de la libertad de opinión y discrepancia, pues sólo así alejaríamos de nosotros la tentación de completar con todas sus letras lo que dicha frase dice, y mucho, en lo que no menciona literalmente.
Es parte del oficio del escritor el asumir un credo y ser un militante del mismo. Vargas Llosa es un liberal neto, esto es, no claudica su liberalismo político por las prebendas y reducida perspectiva que conlleva el liberalismo económico. Para Vargas Llosa no hay medias tintas: o se es liberal o no se lo es. A Vargas Llosa le han dicho de todo: cuando fue candidato por el Fredemo, que era un ateo y que había llamado “huachafa” a la procesión del señor de los Milagros; la célebre dormilona del Congreso le espetó su primaria en un colegio público en Piura como si fuera una mácula en su vida; en Buenos Aires un grupo de escritores quería impedir que inaugurara un certamen literario alegando que “su línea no era la correcta”; y el político célebre por la frase “la plata viene sola” ha dicho en un discurso que mientras “otros daban la espalda o levantaban como única arma sus plumas de escribir, otros entregaban sus vidas”, agregando que “Todos esos teóricos que ganan dinero hablando mal de los peruanos en el exterior, ¿dejaron un brazo por el Perú?”
Es decir, los ataques personales son un ingrediente diario y previsible en la vida de todo escritor y más aún en un país de áulicos y aventureros políticos exitosos que tardíamente comprenden que mucho de su inacción y desidia ha sido también un ingrediente importante en el regreso de la amenaza autoritarista a la patria peruana.
Pero, de todos ellos, francamente, el director del diario “Correo” debe merecer el premio mayor por lo risible de su amenaza: a diferencia de otros que abusando un poder que nunca es propio, sino encargado quisieron quitarle la nacionalidad, a diferencia de otros que pretenden encontrarle algún defecto donde saltarle al cuello, el director del diario Correo le amenaza . . . ¡con identificarse plenamente con un insulto!

O sea, podemos compartir con ustedes, conciudadanos:

A falta de argumentos, siempre queda el recurso de la infamia.

III.
El director del diario “Correo” propaga la idea que la amable candidata Keiko Fujimori no es igual a su nefasto padre, y que Vargas Llosa debe dejar de identificarla con su progenitor. Agrega que Vargas Llosa debe dejar de referirse a su autoritario padre, del cual sabemos que era piloto, un hombre trabajador, violento, apasionado y pariente lejano de don Isaac Humala, parentesco demostrable en la común aspiración de fusilar maricones.
Es verdad que -como señala acertadamente el director-, los hijos no son clones de sus padres ni son responsables por los actos que realizaron. Personalmente, casi da ganas de adherirnos a él en dicha cuestión, si no fuera por detalles tales como:
- Keiko Fujimori y sus hermanos le dieron la espalda a su madre en los momentos más atroces que dicha desventurada mujer vivió. Es difícil, realmente, bien difícil, creer que seres capaces de tal perpetración, pretendan convencernos que aman a la patria peruana y al suelo que los acogió.
-  Del mismo modo como el tardío insulto de Nadine Heredia a Hugo Chávez en la pasada campaña electoral sólo demostró la insinceridad a que empuja el afán de acceder al máximo cargo del Estado, hay algo en la forma en que Keiko Fujimori “jura por Dios” que no indultará a su padre y en la manera como mira y vibra la voz al “pedir perdón” por los errores de su padre, que resulta revulsivo. En suma: quien quiere creer, que crea.
- Keiko se desgañita pregonando que no repetirá los “errores” de su padre. Pero si ello es así, resulta significativo el que justamente, se haya rodeado de la misma corte de oportunistas y cobardes, sedientos de cebarse nuevamente en las arcas estatales y de desatar la fiebre que los anima. Si dudan de ello, pues recuerden las amenazas de Martha Chávez al juez César San Martín Castro, las declaraciones de Jorge Trelles respecto a que Alberto Fujimori fue un demócrata, la sonrisa desangelada de Yoshiyama, como un autómata esperando nuevas instrucciones (¿se acuerdan del papel que jugó como presidente del CCD, en contubernio con el ya fallecido Torres y Torres Lara? –Dios lo tenga en su gloria, los conflictos políticos nunca deben involucrar el recuerdo de quien ya ha partido-).

IV.
Según sabemos, ningún escritor con el oficio largamente cultivado como un espacio de manifestación de la libertad humana, puede ser un estúpido, por lo cual no se requiere de la validación o reconocimiento que Aldo Mariátegui pretende otorgarle a Vargas Llosa.
Lo que llama la atención es que el director del diario “Correo” no explicita ni aclara en el quinto párrafo el porqué Keiko Fujimori sí sería controlada al milímetro y no el comanche. ¿Es que acaso Keiko Fujimori no tendría en su padre a un asesor de lujo para el caso que gane la presidencia, tal cual ella misma lo ha expresado? Ja ja. Perdónenme conciudadanos, pero da risa ¿Acaso alguien controlaba al futuro asesor de lujo, alguien le pedía cuentas, alguno hubo que le enrostró lo que ya todos conocemos?

Desconocemos entonces, qué conocimiento o dato arcano detenta el director del diario “Correo” para asumir el rol que antaño cumplía el oráculo de Delfos en el mundo heleno. Cómo hubiéramos necesitado de su clarividencia para poder escoger aquel año 1990 en que un casi desastrado y simpático “peruano de primera generación” –como lo motejara racistamente Chirinos Soto- prometiera “honradez, tecnología y trabajo” a un país temeroso del shock que Vargas Llosa decía debía aplicarse sin demora y con un colchón social para el cual ya hacía públicas e internacionales coordinaciones, con la verdad dura y cruda, pero verdad al fin y al cabo. Como ahora sabemos, perdió la verdad y ganó la mentira.
De esos años hasta ahora de algo sí podemos estar seguros: gane quien gane, quienes creemos en la democracia debemos estar preparados para dar la pelea, sin descanso, siempre alertas y sin temor alguno, pues la historia está allí para aleccionarnos.

V.
En la parte final de su intento de disertación el director del diario “Correo” pretende infiltrarnos la idea de un Vargas Llosa desmesurado en sus odios y que son ellos los que finalmente explican su actuación política. Lo curioso, es que precisamente, parece ser que siendo verdad todo lo que el director del diario “Correo” refiere, sin embargo, intenta vendernos una mentira. Expliquemos ello:
Vargas Llosa en sus libros confiesa su apasionamiento en sus afectos y sus odios y que algo de eso ha transmitido a su hijo Alvaro. También es cierto el conflicto abierto entre los egos del escritor y del auténtico animal político –en los sentidos aristotélico y maquiavélico, valga la aclaración- que es Alan García.
La trampa está en que el director del diario Correo enuncia las premisas y formula una falsa conclusión. En efecto: lo que no puede encubrir el director del diario Correo es que en las ocasiones en que Alan García ha gobernado siempre ha violado el deber del jefe de Estado de no intervenir en la campaña electoral que decidiera a su sucesor, y lo ha hecho por motivaciones de índole egocéntrica más que pensando en el futuro del país que tan generosamente lo ha tratado.
Parece ser que nuestro actual presidente actúa movido por un sentido de la oportunidad, mientras que Vargas Llosa actúa movido por un apasionamiento con una idea. Hay una distancia entre los personajes, pues. No debe olvidarse el hecho capital que Vargas Llosa perdió una elección por decir la verdad, y que por asumir un compromiso con cierta idea del liberalismo se ha granjeado la oposición de quienes confunden el liberalismo con el mercantilismo, esto es, quieren gozar los beneficios del liberalismo económico pero al mismo tiempo niegan las legítimas demandas de un pleno liberalismo en el ámbito político.
Es por ello que los eventos referidos por el director del diario “Correo” son objeto de una interpretación distorsionada, para generar en el lector la idea de un Vargas Llosa irracional en la política. Un Vargas Llosa despojado de su amor a la verdad, de su apasionada defensa de un liberalismo auténtico y no prostituido –como aquellos que escriben maravillas de las empresas que pagan su viaje y estadía-, es la efigie que quiere construir el director del diario “Correo”, para desacreditar así la valía y honestidad política e intelectual del gran peruano que es Mario Vargas Llosa.

O sea, se trata de una labor de demolición, ni más ni menos.

Para terminar, estimados lectores, quiero compartir con ustedes la impresión que deja la lectura de la editorial materia de nuestro artículo. El amasijo de argumentaciones que apila Aldo Mariátegui parece resumirse en un postrer reclamo de alguien que se ve a sí mismo como un genio incomprendido, en una especie de ejercicio para llegar a la catarsis. Pareciera que el mensaje final de Aldo Mariátegui es en realidad una súplica a Vargas Llosa:


“Si sabes tantas cosas, ¿porqué no piensas como yo?”

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