domingo, 15 de enero de 2012

PORQUÉ SENDERO LUMINOSO NO PUEDE CONVERTIRSE EN PARTIDO POLÍTICO

Víctor Manuel Castillo Sánchez


Adolfo Hitler emprendió la conquista del poder dentro de la legalidad. Apelando a los escuadrones de asalto (las camisas pardas de Rohm: las SA) llevó a cabo una sistemática campaña violenta en contra de sus rivales más temibles: los rojos. La socialdemocracia alemana tenía una fuerte raigambre cristiana y humanista y justamente, los nazis detestaban instintivamente todo atisbo de debate, de pensamiento crítico y de disidencia, pues el nazismo consagró como nunca antes la idea de un Estado totalitario, negando la libertad esencial de la persona. Un individuo tenía su lugar en el mundo únicamente en tanto formaba parte del Estado germano, el Reich que supuestamente debía durar mil años.
Sin embargo, el individuo supuestamente protegido, era una nada sometida, un sujeto sin derechos que reclamar frente a los detentadores del poder.
Igual de siniestro y absolutista fue el Estado soviético de Stalin. Mientras los primeros oprimían a la persona en nombre del sueño del predominio mundial de la raza aria, los segundos lo hacían en nombre del paraíso socialista. A fin de cuentas, lo único real es que se trató de dos proyectos totalitarios y avasalladores de la libertad humana: la libertad de pensamiento, de movimiento y de conciencia. Para doblegar a sus sociedades los germanos tenían a sus SS y GESTAPO y los rusos a su NKVD y comisarios.
Sin embargo, el devenir de la humanidad comprobó que las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial lo que hicieron fue prologar las posteriores masacres que en nombre del orden o de un mundo mejor siempre han implementado los tiranos. Lo esencial no es el pelaje, pues llámese izquierdista, derechista, autócrata, dictador, autoritario, salvador, líder mesiánico o carismático, el redivivo o cualquier otro epíteto o categoría, finalmente siempre se llega a la verdad de un alma minúscula que decide el destino de millones de personas, con el último y radical argumento de la violencia y su inseparable compañera, la mentira.
Es así que la hecatombe que Sendero instauró en el Perú forma parte de ese largo calvario que la humanidad ha experimentado. Siempre en nombre de la libertad se segaron las libertades, en nombre de un mundo nuevo se apresaron y silenciaron a los críticos y el nombre de una nueva vida se exterminaron vidas juzgadas como inútiles o bajas tolerables. Es decir, se esgrimieron e implementaron como políticas sistemáticas la barbarie, la crueldad y la insanía.
Sendero Luminoso le declaró la guerra al Perú, y los pretextos que intenta esgrimir para atenuar la barbarie que perpetró son los mismos que ya hemos escuchado en otras épocas, sociedades y geografías: “para hacer un mundo mejor” y “para construir un ideal mundo nuevo”. El denominado “pensamiento Gonzalo” no es sino otra manifestación de un delirio estupidizante que con vocación de autosuficiencia y clarividencia pretende resolver los problemas que les plantea una realidad que constantemente les escupe la falsedad de sus propuestas. Se trata de un delirio sangriento y la prueba de ello se encuentra en los cientos de asesinatos y las masacres cometidas sobre indefensos e inocentes ciudadanos y la crueldad y ensañamientos espeluznantes que desataron las huestes senderistas, lo cual los coloca por debajo de las especies animales, las cuales sólo matan siguiendo el instinto de supervivencia.
La sociedad peruana se debe a sí misma el mantener viva la memoria de lo que ha ocurrido, porque ya lo sabemos: “El pueblo que olvida su historia, está condenada a repetirla”.
El Perú jamás debe renunciar a su derecho a construir su futuro en un constante conflicto y desafío, pero dirimidos dentro de una siempre perfectible democracia. Sean cuáles sean los problemas de una democracia manoseada, maltratada, saboteada y pisoteada por la canalla que hace mal uso de ella, siempre el mayor peligro lo constituyen aquellos sectarios que intentan erigir un enfermizo “mundo perfecto” o “sociedad perfecta” a costa de la libertad de pensamiento, de expresión, de crítica y de acción.
Como parte de su proyecto de conquista del poder y su vocación de totalitarismo Sendero Luminoso se organizó con sus correspondientes organismos paralelos: sus organizaciones para infiltrarse en el magisterio, en los centros de Salud, en los sindicatos, en las universidades, en las organizaciones populares, en los clubes de madres, en los medios de prensa y obviamente, en la política. El MOVADEF es la prueba de ello. Constituye el brazo político del senderismo.
Lo esencial que tienen todos los movimientos comunistas es su recóndito desprecio por la Democracia a la cual achacan el ser un cascarón vacío en manos de la burguesía explotadora, y de allí que no debemos creer en el hipócrita discurso que se ven obligados a asumir desde los hinojos en que la historia los ha colocado. Como su pensamiento marxista-leninista-maoísta lo prevé y ellos desenvuelven perfectamente, Sendero Luminoso sólo se ha adaptado a las circunstancias históricas que en el momento actual lo señalan como los derrotados. Pero, sabedores que una democracia débil y corrompida por políticos cobardes y venales siempre puede ser atacada, persisten en desafiarnos a todos, y esto debe quedar claro. Sendero nos está desafiando: está probando hasta dónde la Democracia va a tolerar el insulto a sus muertos y a sus valores y principios más preciados.
Sendero Luminoso quiere insertarse en las instituciones del Estado, gobiernos locales, gobiernos regionales y en toda la estructura política del Estado para desde dichos puestos de poder avanzar progresivamente como un cáncer, hasta que nuevamente haga metástasis en el organismo debilitado de una democracia paralizada por la estupidez, la venalidad, el miedo y distraída con los sueños de alcanzar el lugar de una economía emergente.
¿Los peruanos toleraremos ello? ¿Seremos tan cobardes o ciegos para no ver la amenaza que se cierne? Frente a una masa ciudadana y universitaria despolitizadas y unos partidos desacreditados por su inopia, sus apetitos y dirigentes untuosos y banales, los senderistas tienen una larga experiencia en cómo aprovechar las circunstancias propicias. Lo saben pues para eso han sido entrenados: para ellos se trata de una guerra que sólo cambia el escenario pero no la meta final que es la destrucción de la Democracia. En suma: se trata de cambiar las balas, las piedras y explosivos por el adoctrinamiento, el infiltramiento, cooptación y manipulación para “exacerbar las diferencias y conflictos”, y todo ello bajo las narices del Perú entero.
Es necesario que de una vez por todas el conjunto de quienes creen y perseveran en la democracia, hagamos causa común y nos unamos para impedir el estropicio de un Jurado Nacional de Elecciones que parece atenazado por el miedo o indecisión.
Cuando la Constitución habla del derecho a la participación política, no lo dice para legitimar que un nazi o un senderista se infiltren en el organismo de la Nación peruana y le inocule el veneno corrosivo del sabotaje, el autoritarismo y el violentismo.
Sendero Luminoso no tiene que ofrecer a la Democracia peruana prueba alguna de que ha cambiado. Y no tiene que ofrecerlo porque la Democracia no los necesita, ni los quiere. Ellos no tienen nada que aportar a la historia ni al futuro del Perú. Son un organismo extraño, un virus letal que es necesario mantener alejado de las venas por donde discurre el poder político en la sociedad peruana.

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