jueves, 29 de septiembre de 2011

La ética periodística de Aldo Mariátegui ¿Qué les parece?

Víctor Manuel Castillo Sánchez


En la edición del día 28 de Setiembre del 2011 el Diario “Correo” en su página 3 procede a presentar al principal acusado de la muerte del hincha Walter Oyarce, haciéndose eco de un comunicado de la familia.

Según las declaraciones de la familia del principal implicado, ellos lamentan mucho que dicho sujeto se haya visto envuelto por la vorágine de la violencia. En otras palabras, se trata de una mansa paloma cuya naturaleza apocada y tímida fue alterada a consecuencia del frenesí contagioso del mundanal ruido.

De una lectura del susodicho “artículo” uno quedaría tentado a admitir la imagen de un hombre correcto, probo, cuya naturaleza pacífica fue alterada por la presión de un entorno violento y ajeno al angelito.

Asimismo, el texto destaca que el asesinado hincha Walter Oyarce es un “socio”, que murió a raíz de las lesiones producto de la caída.

Imagínense si en los procesos cotidianos por asesinatos se oyeran cosas como “murió a consecuencia de las heridas de bala”, ”falleció a consecuencia del traumatismo causado por el impacto del vehículo”, “su muerte se produjo debido a que no llevaba las medidas de seguridad exigidas por la empresa”, “murió debido al shock hipovolémico originado por la cuantiosa pérdida de sangre”. ¿Saben dónde está el detalle? En que en todos dichos asertos se está soslayando algo claro y concreto: las caídas, las heridas y muertes en las obras de construcción no caen del cielo, son consecuencia de actos humanos y en el caso de Oyarce no fue “una caída”, sino “arrojado criminalmente al vacío”. Walter Oyarce no murió a consecuencia de las lesiones originadas por la caída: murió porque unos malditos lo arrojaron con total desprecio por sus derechos y es esa dimensión trágica la que quiere ser silenciada u obviada por la redacción de dicho “medio informativo”.

La correcta forma de referir los hechos es “el hincha arrojado por los asesinos,  murió a consecuencia de los traumatismos sufridos”, esto es, el texto cubre semánticamente el contexto de la realidad, y en eso consiste esencialmente una noticia, una presentación objetiva, imparcial y cierta.

Lo que ha hecho el diario “Correo” es segar el contexto de la muerte de Walter Oyarce, y ello, que en otras circunstancias hubiera sido manifestación de una deficiente redacción o de una manifiesta impericia en la profesión, ahora sabemos gracias al periodista Beto Ortiz, no es sino parte de una maniobra mediática en que la adinerada familia del principal implicado ha invertido para “lavarle la cara” a la oveja negra implicado en el asesinato de Walter Oyarce.

El que la esposa del director del diario Correo sea propietaria de la empresa contratada por la familia del principal implicado para que haga la labor de “lavarle la cara” al principal acusado, no constituye acto reprochable alguno. Sí lo es que un medio informativo sea puesto al servicio de dicha campaña. Aldo Mariátegui, el catón presto a sostener las vertientes de la decencia y honorabilidad de todos aquellos que nutrieron el buche durante la década infame, de todos aquellos que violaron derechos humanos y traicionaron el pacto político y que gusta de aleccionar haciendo gala de un virginal sentido de castidad y pudor político frente a todo aquello que sea disidente de su perspectiva política, el que se conduele de los vicios ajenos que le dan verdadera vergüenza ajena, ahora parece haberla perdido al hacer uso de un medio periodístico para seguir los lineamientos de una campaña mediática.

¿Ello no es un ejemplo de alquiler de una línea periodística, para cumplir un contrato de publicidad, que además es mentirosa?
¿La “verdad” que pretende vender un diario siguiendo los lineamientos establecidos por la cónyuge del director de dicho medio, acaso merece propiamente el nombre de tal?

¿Qué es más importante, el derecho de la sociedad a conocer la verdad, o el interés de una familia que ha invertido para hacer de un diario un medio de publicidad para atenuar en la sociedad el justo reproche y condena de un crimen en el cual se encuentra implicado uno de sus integrantes? ¿La línea informativa de los medios de comunicación se formulan en las agencias de publicidad, tal cual ocurrió durante el fujimorato?, ¿Dicha vertiente de actuación es tolerable en Democracia?, ¿Eso es periodismo?, ¿El que no se haya hecho uso de fondos públicos, atenúa en algo la índole delictiva y trapacera de la maniobra?, ¿Es que un acto de corrupción involucra únicamente a los funcionarios y empleados de la Administración Pública?, es decir, ¿En el sector privado es imposible que se generen actos de corrupción, y mucho menos en los medios de prensa?

Reitero: El Consejo de la prensa peruana debe intervenir para supervisar las prestaciones inherentes a ese contrato y establecer las correspondientes relaciones con el tratamiento que el periódico “Correo” da al caso y analizar la situación de Mario Saldaña. Como sabemos, ningún inocente renuncia frente a las denuncias del calibre de las formuladas.

Frente a la noticia propalada por el periodista Beto Ortiz, el Consejo de la Prensa peruana debe intervenir, porque estamos frente a un grave caso de corrupción. ¿O es que no hemos aprendido durante la década infame cómo Montesinos compraba la línea editorial de los canales? La diferencia es clara con el caso materia de debate: no hay video, pero sí un contrato, esto es, la entrega de dinero y el uso de un medio de comunicación para intentar “lavar la cara” a uno de los principales implicados en el crimen de Walter Oyarce.

Sólo nos queda decir:

“Francamente me dan risa estos cainitas de periodistas. Sólo en países como el nuestro se ve a un director de periódico cumpliendo el encargo asumido por la empresa de su esposa de llevar adelante una campaña mediática, como si la gente fuera tan tonta para esas cosas. Ay, estos directores parece que han egresado de alguno de esos institutos de segunda o sacado el título en Azángaro. Realmente siento verguenza ajena, estos perdedores, nunca aprenden. En España no se ven cosas azí, poz que no”

No hay comentarios:

Publicar un comentario