lunes, 4 de julio de 2011

Ketín Vidal ¿Jale de Lujo o el brillo del oro falso?

 

Víctor Manuel Castillo Sánchez


Hubo un tiempo en que el Perú creyó haber encontrado un héroe. Alguien que encarnaba las virtudes que tanta falta hacen para generar la convicción de que somos mucho más que la podredumbre que nos gobierna.

Ese hombre era Ketín Vidal. Su nombre e imagen quedaron grabados el día de la captura del sanguinario jefe de la peor banda criminal que haya azotado a la sociedad peruana. El Perú quiso creer que por fin habíamos hallado al paradigma de ciudadano: un hombre honesto, leal y valiente. Un cerebral oficial cuya corrección traslucía lo mejor de la institución policial.

Sin embargo, el trabajo de un periodista desnudó la farsa. Ketín Vidal fue nada más y nada menos que el hombre de Montesinos, su amigo, su compañero, su soplón, su deudor y su cómplice. Gracias al ascendiente e influencia de Montesinos Ketín Vidal escaló y su intervención en el histórico episodio de la captura de Abimael Guzmán se debió a que tenía el rol de infiltrarse en el Grupo especial encargado de la captura de Abimael Guzmán y en realidad, los verdaderos héroes fueron los integrantes del GEIN, a quienes se les debe el reconocimiento y la gloria y ésa es una deuda pendiente que no debemos olvidar todos los que amamos al Perú y a quienes lo hacen más grande.

Más tarde, como lo que era, esto es, un falso héroe, aprovechó de su poder e influencias para despojar a un hombre honrado de un terreno, es decir, le robó parte de la vida que dicho hombre invirtió en un lote de lo que sería su hogar. Agreguémosle ya antes había violado el innombrado código policial que dice “no robarás la mujer a tu prójimo”. Del mismo modo como David abusó de su poder para que Urías el hitita muriera en el campo de batalla para poder disfrutar de su mujer, Ketín Vidal hizo uso del poder inherente a su jerarquía para que un subalterno fuera alejado de su hogar y así él pudo disfrutar de las caricias de la mujer del desventurado.

También fue Ketín Vidal un conocido y próximo a Reynaldo Rodríguez López, el famoso narcotraficante del caso Villa Coca. Fue asiduo concurrente junto a otros oficiales de una corrompida institución policial, de la agencia de viajes “Senturín”, de propiedad del narcotraficante. Dicho caso fue emblemático en la medida que descubrió los niveles de corrupción existentes en las principales instituciones policiales y como dijera el otro principal implicado, el general Zárate, la diferencia entre el que él fuera preso y no Ketín Vidal se debió única y exclusivamente a que el abogado de Ketín Vidal era Vladimiro Montesinos, quien por entonces ya demostraba su sorprendente dominio de los vericuetos y falencias del sistema legal y de la naturaleza humana.

En fin, el periodista descubrió que la efigie que se había construido alrededor de Vidal no era a fin de cuentas, sino otra gran mentira de la gran pandilla que tuvo sometido al Perú y a sus principales instituciones.

Ketín Vidal amenazó con enjuiciar al periodista Carlos Paredes, pero como éste valiente hombre de prensa expresó, hasta el día de hoy le espera con los documentos y expedientes que ha logrado acumular y que llevaron a que su trabajo “La caída del héroe. La verdadera historia de Ketín Vidal” gane el premio de la Fundación para un nuevo periodismo Iberoamericano –presidida por Gabriel García Márquez-, un importante galardón que tiene el mérito de permitirnos a la sociedad peruana descubrir la verdad.

Mientras el periodista Carlos Paredes estuvo viviendo en el Perú entre los años 2004 y 2006, Ketín Vidal jamás presentó querella alguna y cuando se fue a vivir a México, se le inició un proceso en el cual nunca fue notificado en los términos como lo establece la ley. Asimismo, el Juez a cargo del caso -Benjamín Enríquez Colfer- tuvo a su cargo el caso del narcotraficante Lucio Tijero Guzmán, quien afirmó haber pagado a los magistrados para que lo liberaran. De resultas de las implicaciones del caso, el juez fue separado del Poder Judicial y posteriormente fue reincorporado. Además de ello el juez está impedido de ver el caso, porque él fue el abogado de Laura Zavala Chumbiauca, una mujer señalada por un testaferro como una “allegada” al general Ketín Vidal, y a quien éste por intermedio del testaferro pagaba un departamento de 400 dólares mensuales durante los años 2000 a 2001. Es decir, el actual curso del proceso impuesto al periodista Carlos Paredes augura la presencia de maniobras turbias, dado que si realmente Ketín Vidal estuviera seguro de tener la razón de su lado, el proceso no tendría que presentar tales elementos propios de la década infame.

Por tanto, Ketín Vidal se encuentra en el deber de salir públicamente a enfrentar al periodista Carlos Paredes para demostrar frente al Perú –en el contexto de un proceso con las debidas garantías, transparente e imparcial- que es un hombre honorable y que lo que el periodista informa en su libro son injurias y calumnias. El esclarecimiento de esta historia no merece pasar por las turbias aguas de las influencias, poder y favores que se pagan a costa de la justicia, el decoro y la búsqueda de la verdad que legítimamente demanda la sociedad peruana.

De no esclarecer debidamente las imputaciones del periodista Carlos Paredes, debemos recalcar que el presidente electo no tiene la facultad de ejercer el poder que el pueblo peruano le ha encargado, para poner como guardián del orden interno y defensor del patrimonio, paz y tranquilidad de los peruanos, a un sujeto que no merece el alto cargo para el cual está siendo voceado. Los principales partidos que están en negociaciones con el próximo gobierno, deben definir claramente su posición frente a la posible intromisión de dicho personaje en las más altas esferas del poder, pues así lo demanda la ciudadanía, al constituir éste un tema de interés público.

Los peruanos debemos reconocer que el verdadero lujo que tenemos es a un periodista como Carlos Paredes, quien contra la marea de prestigio unánime que súbitamente alcanzó a Vidal, hurgó en el pasado de ese ídolo con pies de barro para ofrecer a la sociedad peruana una sencilla y clara verdad: Ketín Vidal no es un héroe, ni un hombre íntegro. Ese hombre no está a la altura de la imagen que se ha construido alrededor de él.

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