domingo, 8 de abril de 2012

PORQUÉ EL FUJIMORISMO DEBE SER COMBATIDO Y EXPULSADO DE LA POLÍTICA PERUANA

Víctor Manuel Castillo Sánchez


Al conmemorarse los veinte años de la traición al pacto democrático por parte del fujimorismo, el Perú no debe renunciar a su derecho a expulsar a la perniciosa presencia que dicho movimiento representa en orden a la construcción de un país mejor, más justo y hermanado.

Es dable por tanto, compartir las consideraciones del porqué todo demócrata debe persistir en el combate de las nefastas prácticas que el fujimorismo ha traído y perfeccionado en el sistema político peruano.

1.- El fujimorismo consolidó en la política nacional la idea del avasallamiento de las minorías políticas, sociales y culturales. Institucionalizó la cultura del abuso como predilecta forma de actuación.

2.- El fujimorismo negó ciudadanía a los excluidos, y los instrumentalizó como clientela de una práctica de populismo a costa del hambre y necesidades.

3.- El fujimorismo implantó como nunca antes en el imaginario social el crecimiento económico como parte de un proyecto excluyente, negando la participación del pueblo en el disfrute de la riqueza generada. Dicha perspectiva es la que conduce directamente al fracaso de un proyecto de país y que continuada por los sucesivos gobiernos, tiene en el actual presidente la última posibilidad de revertir dicha nefasta tendencia dentro de la convivencia democrática.

4.- El fujimorismo capturó las principales instituciones en un ansia de poder que no correspondía a la idea de un país mejor, más digno, igualitario y equitativo, sino que era a fin de cuentas la satisfacción de los desalados apetitos, acompañados de una inmundicia moral sin parangón alguno en la historia peruana.

5.- El fujimorismo perpetró una vasta labor de contaminación y encanallamiento de la población peruana. Los principales espacios de cultura y de socialización fueron convertidos en herramientas de lumpenización y manipulación y cuyas secuelas aun persisten en la actualidad.

6.- Cierto es que las trapacerías y marrullerías no son creación del fujimorismo, pero nunca antes se ha dado en la historia del Perú el caso de una auténtica pandilla política aleccionada, instruida y dirigida con la explícita intención de sabotear el ejercicio del control y responsabilidad política e impedir la defensa de los derechos fundamentales.

7.- El fujimorismo constituye la máxima expresión del lumpen político, ávido del presupuesto nacional y de las prebendas y gollerías inherentes al poder, lumpen que carece de todo esfuerzo y empatía con la construcción de un ideario, una doctrina y un proyecto demócrata de control político, transparencia, división de poderes y respeto a los derechos fundamentales. Los elementos cardinales alrededor de los cuales se construye una Democracia y que configuran el Estado Democrático de Derecho, tiene en el fujimorismo a un enemigo natural e innato.

8.- El fujimorismo es persistente en el ataque y agresión a la vertiente ética que inspira el ejercicio del poder político. Su única meta, propuesta fin y destino lo constituye el limitado y marrullero objetivo de alcanzar la libertad del principal delincuente de la década infame a como dé lugar, cueste lo que cueste. En ello denota una intrínseca incapacidad para aceptar las consecuencias de lo que perpetraron mientras el Perú estuvo en sus manos. La institucionalidad democrática sólo es invocada para poder lesionarla de modo cínico y aleve.

9.- El fujimorismo enquistado en la cumbre de la política, se alió a la DBA y unido a ella sometieron juntos a la Democracia peruana, en una nefasta alianza del poder político y económico con el fin de saquear las arcas de un patrimonio que pertenece a la totalidad de la Nación peruana. Dicha nefasta alianza está siendo reeditada actualmente en los círculos financieros y en los principales medios de la prensa escrita y televisiva, para intentar sumir nuevamente al país en otra gigantesca maniobra de mentira y avasallamiento mediático, con el apoyo de los cómplices y secuaces enquistados en los medios de prensa y los círculos judiciales, financieros y académicos.

10.- El fujimorismo ha institucionalizado la recurrencia a la traición, la mentira, el cinismo y el abuso como los caminos por donde debe discurrir el ejercicio del poder político. Lejos de manifestar arrepentimiento por la debacle en que sumieron a las principales instituciones, alega con insolencia un inexistente derecho a desconocer límite y control alguno. La actuación del fujimorismo después de la caída de su líder y principal culpable de la década infame, refleja sin duda alguna que ni ha renunciado a ninguno de sus nefastos objetivos ni ha aprendido a vivir en Democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario