lunes, 12 de diciembre de 2011

EL GABINETE VALDÉS: ¿TRIUNFO DE LA DEMOCRACIA?

El nuevo Primer Ministro ha sido claro, y como hay que tomarle la palabra, ha manifestado lo siguiente:

1.-        Se ha comprometido a continuar con la lucha anticorrupción.
2.-        Se ha comprometido a seguir con la política del diálogo.
3.-        Se confirma el respeto del Estado de Derecho.
4.-        Se compromete a la continuidad de la hoja de ruta.
5.-        Se compromete con las metas de inclusión social.
6.-        Se reconoce que las minas no han solucionado el problema.
7.-        Se reconoce la legítima sensación de peligro que tiene la población en Cajamarca.
8.-        Se descarta toda opción autoritaria y violenta contra la Población: Conga será materia de un peritaje internacional.

¿Vieron a los fujimoristas regodeándose por anticipado, creyendo que súbitamente tenían una coyuntura a su favor? El mismo fujimorismo que pretende venderse como un “buen aliado” del gobierno sólo ha visto el énfasis en las promesas que ha efectuado el presidente durante la campaña.

Por otro lado, no nos engañemos: hay un autoritarismo en ciernes. Dicho riesgo sin embargo, todavía no es amenazante dado que la composición del gabinete, francamente, parece haber sido consultada con el saliente ministro Lerner. Los entrantes ministros tienen un perfil profesional y político de indudable raigambre democrática.

Lo que no se entiende es si la composición del gabinete mantiene el sesgo democrático, centrista y ha incorporado a conocedores del tema ajenos a toda salida a favor de la impunidad y autoritarismo ¿Porqué tenía que haberse ido Lerner?

Sin embargo, mas allá de esa supuesta incógnita, debemos considerar que lo esencial se ha logrado: el gabinete no se ha derechizado. La composición del gabinete confirma el énfasis en la adopción de estrategias directas y objetivos claros. Por tanto, se busca la eficacia en la dirección del poder, tras los lineamientos formulados por el Primer Ministro.

Por tanto: gana la democracia y pierden los sobones que pretendieron subirse al carro del vencedor, para pescar en medio de la crisis. Pierden aquellos asalariados del fujimorismo que en un gesto vil pretenden “aconsejar al gobierno” mediante baratos barajos de mercachifle político.

Lo que se comprueba en la composición del nuevo gabinete es que el gobierno pretende confirmar la idea de gobernabilidad, alejando de sí una perspectiva política que parece ser diluía los esfuerzos en enfrentamientos y dislocaciones estériles.

La próxima maniobra del fujimorismo es clara y previsible: El fujimorismo está preparándose para actuar como hacían antaño los marxistas. Los diarios y asalariados del fujimorismo pretendieron imponer mediáticamente un escenario incendiario, esto es, intentan “agitar las contradicciones” al amparo de la cual ellos no pierden ocasión de presentarse a sí mismos como la vertiente que supuestamente representa el orden y eficacia frente al denominado “rojerío-caviar-vengativo-de-Fujimori-y-antiminero-o-sea-enemigo-del-Perú”.

La composición del gabinete demuestra que ha fracasado la maniobra fujimorista de fomentar una derechización del gobierno. El ofrecimiento de cargos ha sido a Perú Posible, no al fujimorismo.

Los asalariados del fujimorismo esperaban un gabinete y declaraciones que pudieran legitimar su envanecimiento de “el presidente hizo lo mismo que en su momento, Fujimori”. Los periodistas sobones ya esperaban anticipadamente decir “no había otra salida; si no es por las buenas, debía ser por el garrote”.

Por tanto, hay motivos para sentirnos satisfechos, pero no hay que bajar la guardia: la prensa y los medios fujimoristas van a continuar sus pretensiones de ofrecer a la ciudadanía una lectura radicalizante y enconada, mostrando en ello que no solamente hay ultras de izquierda, sino también muyahaidines de la derecha, que están dispuestos a hacer lo que sea para que se incendie la pradera, alentando la radicalización con el ya consabido y bastardo fin de ofrecerse como aliados y así alcanzar la libertad del cómplice principal de la década infame, aunque para ello tengan que pisotear sin ascos el Estado Democrático de Derecho.

Víctor Manuel Castillo Sánchez.

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